Aquí.

I

Mírate. ¿Te atreves? ¿Sí? Va. Mírate. ¿Qué? ¿Qué te parece? ¿Te parece bonito? Mírate bien. ¿No lo ves? Lo ves. Ya lo sabes. No necesitas que te lo repita. ¿O sí? ¿Va a ser que sí? No eres nada. Nada. No eres nadie. Sin mi. Sin mi no eres nadie. Sin mi no existes. Sin mi no necesitas siquiera que hable. No sé porqué pierdo el tiempo, no sé porqué te presto atención, no sé porqué tengo en la cabeza que se puede hacer algo de provecho contigo. No sé quien debe ser que me haya hecho a mi creer que se pueda sacar algo mínimamente sólido de un esbozo como tú. Pero estoy aquí. Tal vez seré masoquista, o tendré complejo de mártir, pero estoy aquí. Si desapareciera un segundo, te desvanecerías. Me necesitas a tu lado como una sombra las veinticuatro horas del día. Si me duermo un segundo eres capaz de olvidarte de respirar. Pero cuando estoy a tu lado... Ah, cuando estoy a tu lado. Lo sabes, ¿no? Claro. Claro que sí. Cuando estoy a tu lado. No tienen ni la más mínima idea. No saben nada. No tienen derecho ni a mirarte. Y tú lo sabes. Cuando estoy a tu lado todo eso te da igual. Y es así como debe ser. Porque nada vale ni un átomo de lo que tú y yo sabemos. Y yo te lo doy. Yo te lo regalo. Y es así. Es todo o nada. Y quién no lo entienda no nos merece. Ni a ti ni a mi. Y quién no lo entienda está muerto. Quién no lo entienda no existe. ¿Y qué nos tiene que importar la gente que no existe? Porque, ¿tú existes? ¿Tú existes? Yo te lo voy a decir. Tú sólo existes si yo estoy a tu lado. Y ahora estoy aquí. Ahora. Ahora sí. Ahora estoy aquí. ¿Qué vas a hacer por mi? Todo, ¿verdad? ¿Qué piensas darme a mi? Todo, ¿verdad? Claro. Por eso estoy aquí. Contigo. Mírate. Mírame. Estoy. Existes.


II

Yo te cuido. Tú tranquilo. Sé que la vida es complicada. Hay demasiadas ecuaciones que hacer. Demasiadas peonzas que giran a la vez y que hay que mantener en marcha. Demasiadas distracciones y demasiadas tonterías. Porque son tonterías. De verdad, para mi no son más que tonterías. Yo me encargo de todo. Yo lo puedo tener todo en su lugar. Yo me encargo. Yo estoy aquí. Yo me ocupo y me preocupo. Yo ya sufro. Yo ya me aburro. Yo ya cuento, yo ya escucho, yo ya explico, yo ya pido, yo ya demando, yo ya soluciono. Yo te gestiono. Yo te amparo. Yo estoy aquí. Tú vete al ruedo, tú juega, tú coge la espada y tráeme un buen trofeo. Tú tráeme un buen trofeo de guerra. Más te vale salir ahí fuera y hacer lo que tienes que hacer. Más te vale ganarte el plato. De tres, yo saco cinco. De doce, veintinueve. De cien, mil quinientos. Pero tú ya sabes lo que tienes que hacer. Nadie te va a entender como yo. Tus necesidades. Tus verdaderas necesidades. Tú verdadera hambre. Tus verdaderas heridas. Oh, puedo ver tus heridas. ¿Cómo puede ser que nadie las haya visto antes? ¿Es que están todos ciegos o es que has sabido engañarles tan bien? Yo veo tus heridas, y yo tengo la medicina. Y yo sé cuando hay que ser severa. Y cuando hay que ser condescendiente. Y cuando sólo eres un niño. Y cuando puedes ser un héroe. Porque tú puedes ser un héroe. Porque tú eres un héroe. El más grande. Y sólo yo soy capaz de entender al más grande. Es así. ¿Arrogante? Realista. Pero hay que hacer lo que hay que hacer. Yo te cuido. Yo vigilo. Yo vigilo la casa. Sal ahí fuera. Sal y hazme sentir orgullosa. ¿Quién eres? ¿Quién eres? ¿Quién eres? Muy bien. Yo estoy aquí. Y yo estoy contigo.



III

La ecuación es sencilla. Yo la tengo, tú la quieres. No soy difícil. El trato es justo. No hay letra pequeña. Y no hay ganadores ni perdedores, entre nosotros. Es un intercambio, como otro cualquiera. Yo quiero comfort. Simple. Yo quiero tranquilidad. Una buena alimentación, un descanso generoso, belleza, respeto. Y lo doy todo. No quiero huecos, ni recovecos, ni laberintos, ni novelas rocambolescas que me quiten el sueño. No quiero aventuras. No quiero hacer ningún esfuerzo. Yo estoy aquí. Y no me pienso mover. Pero yo quiero lo que quiero. Ese es mi precio. Y sabes lo que te doy, ¿verdad? Sabes hasta donde puedes llegar conmigo. Puedes pasarte la vida jugando. Puedes quedarte en pañales hasta la tumba, puedes ser un viejecito flácido que no haya salido jamás en su vida de la cuna. Es muy sencillo para mi. No es más que un gesto. Y el día que se me haga complicado no podrás ni percibirlo, seguirá siendo un gesto a tus ojos. No te voy a engañar, tengo gustos caros. Pero tú puedes con eso y más. Yo sólo tengo que abrirme un poco. Tengo luz para dar y regalar, ya lo sabes. Y estoy aquí. Es para ti. Es toda para ti. Sólo tienes que cogerla. Sólo tienes que alargar un poco la mano. Y darme también lo que necesito. El trato es justo. No soy difícil. Tú lo tienes, yo lo quiero. La ecuación es sencilla. Y estoy aquí.


IV

No estoy aquí. Y no lo voy a estar. Me he ido, si es que alguna vez estuve. No se puede echar de menos lo que nunca se ha tenido, ¿verdad? Es paradójico, este asunto, ¿no? Me tienes presente, pero yo no estoy aquí. Te acompaño a todas las esquinas, pero yo no estoy aquí. Te beso la frente y curo tus heridas, pero yo no estoy aquí. Te duelo entre el estómago y el sexo, pero yo no estoy aquí. Y en mi ausencia está tu fuente, tu fertilidad se multiplica con mi vacío, tu duelo es lo que me da a luz. Y rellenas tus equis con los restos de mi sombra, pero yo no voy a estar aquí. Y no puedes más que caminar, no sabes hacer otra cosa que buscarme, y quién sabe si yo ni siquiera existo. Quién sabe si yo no soy un sueño. Porque yo no estoy. Y en cambio no ves otra cosa. Y soy el aire que respiras. Y el calor que nace de tus manos. Tal vez no sea más que un delirio, un truco de magia, una broma pesada o un engaño visual, un chiste del azar, una pesadilla a medianoche. Pero te sirvo, ¿eh? Te vengo bien. Te doy frutos. ¿Me has dado las gracias? Ah, ¿cómo me las vas a dar, si yo no estoy aquí? Vaya tramposo desagradecido, vaya compañero indolente con el que he dado a parar. No sufras. No espero nada. Sólo te pincho un poco. Pero no puedo hacerte daño, no puedo ni acariciarte, y te echo mucho de menos, aunque nunca haya existido. Te añoro más de lo que tú me necesitas, y sé que me necesitas mucho. Me gustaría estar. Aquí. Me gustaría poder reconocerme. En tus ojos. Es lo que más desearía. Pero no. No estoy aquí. No existo. Pero te lleno, ¿verdad? Te colmo. Aunque no sea nada, soy todo lo que necesitas, ¿verdad? Yo sí que te siento. Aunque no esté aquí, yo sí que te siento. Conmigo. Siempre.




V

No. No quiero. Ya está. No hay más. No quiero explicarme y no lo voy a hacer. No te voy a dar nada, no quiero darte nada, así que, por favor, para de una vez. No estoy aquí para ti. No estoy aquí para encajar en tus planes. Puedes encadenarme, puedes guardarme en un sótano y tragarte la llave. No te voy a dar nada. Lo que consigas lo habrás robado. No me violes. No me penetres si ves que estoy cerrada. Diente con diente, con los puños apretados, con mis uñas clavadas en mi piel. No me utilices. Búscate otra. Hay muchas por ahí, volando, flotando. No soy un cuenco vacío hecho a tu medida para que tú coloques dentro todas esas ansias sucias y desordenadas que vomitas. Así que para ya. Cada segundo que alargas esto me estás sometiendo, me estás perforando, me enhebras al suelo y aprietas más fuerte el nudo. ¿Eres un monstruo? ¿Eres inconsciente? ¿Cómo puedes sostenerte sobre tus pies sabiendo como sé que sabes lo que estás haciendo conmigo? ¿Cómo puedes ser capaz de atreverte a salir a la luz del sol sabiendo que estoy aquí encerrada sin tener casi aire que respirar ni agua que me calme? ¿Y a mi qué más me da que me necesites ni que me hayas esperado desde que no tenías ni siquiera memoria? ¿Qué culpa tengo yo? No he nacido para ser sacrificio de nadie, y tu dolor o tu hambre me son indiferentes, porque no tienen nada que ver conmigo. Y no he pedido el castigo de la empatía, ni mucho menos tener que abrirte ninguna puerta ni mostrarte ningún camino. Y si tuviera el poder de hacerlo, que ni lo he pedido ni lo he buscado ni sé si lo tengo, si lo tuviera, no quiero usarlo. Porque no quiero estar aquí. No quiero estar aquí. No. No. No. Recojas lo que recojas, yo no te lo habré dado. Porque yo no te voy a dar nada. Nada. Nada. No sé quién te crees que eres. Pero sabes que este no es el camino. No. Esto no es un acto de amor. Esto es un abuso.


VI

Úsame. No quiero más. Todo el mundo tiene un trabajo. Es importante tener un trabajo y saber cuál es tu trabajo. Es importante saber en qué lado estás. Esa es la plenitud: Estar donde tienes que estar. Úsame. No te voy a pedir nada. No tengo derecho. Úsame. Sólo tienes que coger lo que necesites. Disfrútalo. Disfrútate. Pasa un buen rato. Golpéame. Ámame. Tortúrame. Píntame. Fríeme. Rebózame. Explórame. Destrózame. Constrúyeme. Disfrázame. Sórbeme. Ábreme. Saquéame y embózame. Córtame. Reconstrúyeme. Sálvame. Límpiame. Redímeme. Sacralízame. Y reconstrúyeme otra vez. Ese es mi trabajo. Ahí está mi sueldo. Y ahí está mi vocación. Hazme eterna. Muéstrame ahí fuera. Desnuda. Como la verdad, como el agua del que la gente se muere de sed. Conviérteme en eso. Por favor. Conviérteme en algo. Sóplame. Dame aliento. Dame vida. Sólo quiero ser. Sólo tengo que ser. Si no me usas, ¿qué? Si no me usas, ¿quién? Si tú no estás ahí, ¿yo? Por favor. No hace falta, ¿verdad? Dime que no. ¿No? Aquí estoy.




VII

Estoy aquí. Y la traigo. ¿Lo hueles? ¿Notas como te entra por los poros? ¿Notas como invado los agujeros de tu nariz? ¿Notas como empieza a encogerse tu cerebro a golpes? Es para ti. Aquí lo tienes. Y si no soportas el dolor es una buena señal. Si te ahogas en el pozo no te olvides que este es solo el principio. Si las brasas queman tu piel y la abren como escamas al rojo vivo y te desgarra hasta allí donde ni siquiera te quede sangre, si eso empieza a sucederte, no olvides que este es solo el principio. ¿Quieres tu regalo? ¿Quieres saber donde está la sorpresa? Pues ven conmigo. Baja conmigo. Sólo los que son como tú pueden atreverse, sólo los que son como tú pueden llevarle al resto un testimonio. No son lo suficientemente fuertes, lo suficientemente resistentes, como para bajar a buscarlo. Tú no estás jugando. Tú no buscas ninguna placenta. Tú hurgas, y yo sé donde hay que ir. Y no pienso dejar que te conformes con menos. No voy a permitir que tu instinto de supervivencia te traicione. No dejaré que no seas un héroe. Cueste lo que cueste. Vas a resistir. Puedes. Y cuando creas que ya no puedes, entonces, entonces no te olvides que sólo es el principio. Los deformes son ellos, los débiles, los arrogantes. No te darán las gracias, no te regalarán su admiración. Necesitan sentirse más dignos, pero te necesitan, casi tanto como tú a mi. Y te desprecian casi tanto como tú a mi. Pero yo estoy aquí. Y no hay forma, no, ya es demasiado tarde, no hay forma de que desaparezca, no hay forma de que te abandone. Yo no. Yo no te pienso abandonar. Aunque me maldigas un millón de veces, yo estoy aquí. Y sé que me odias, y sé que te quemo, pero yo la traigo. Y nadie va a escucharte. Nadie va a venir en tu ayuda. Somos tú y yo. Estoy aquí. Ya te has entregado, aunque no te acuerdes. Y yo he estado siempre a tu lado, desde antes que decidieras venir, tan sólo me has descubierto. Eso es algo que deberías haber pensado antes, ¿no crees? Ahora ya no hay salida. Y ellos te odiarán, porque lo han construido todo buscando sepultarme, y tú les demuestras que eso es imposible. Pero por eso te necesitan, aunque no quieran aceptarlo. Porque todo el mundo necesita estar alerta, todo el mundo necesita recordarme. Y tú les vas a ayudar. Aunque te escupan. ¿No era eso lo que querías? Ni lo sueñes. Estoy aquí, y no pienso dejar, ni por un momento, ni por un segundo de respiro, no pienso dejar que no seas lo que mereces ser. No. Tú sabes lo que eres. Tú lo sabes. Yo estoy aquí. Contigo. Quiéreme.

VIII

A distancia. Estoy aquí. No tengo que acercarme más. Sin fuego. Sin grandes pasiones. Sin anécdotas. Te doy un poco. Sólo un poco. El resto lo haces tú. El resto puedes hacerlo tú. Es mejor así, créeme. No me necesites mucho. No te apoyes en mi. Soy etérea, ¿no te lo ha dicho nadie? Mi luz no deslumbra, mi luz no ciega, pero tampoco va a hacer tu trabajo por ti. Yo señalo. ¿Te parece poco? Yo señalo, pero el descubrimiento lo tienes que hacer tú. Sí, sí que es mejor así. Es más divertido. Y es más sereno. No hay milagros, no hay regalos, no hay negocio. Pero tampoco estás solo. Qué aburrimiento, entonces, ¿verdad? Qué aburrimiento cualquier otra propuesta. Son todo atajos. Y los atajos no existen. Ah, que se necesita un sacrificio. Pues sacrifícate tú. Vive la experiencia al completo. Pero no hace falta. No hace falta. Tan solo hay que renunciar un poco. Renunciar a las quimeras, renunciar a las leyendas, renunciar a la épica y renunciar a la pereza. Yo sólo señalo el camino. Y es muy lindo así. Es bello. Es armonioso. Y el premio lo consigues tú. Porque te lo das tú. Y yo. Porque también estoy aquí. Aunque no puedas besarme nunca. También estoy aquí. Es mucho mejor así. Todos lo sabemos, que es mucho mejor así. Pero uno a veces se cree los mismos sueños que crea, ¿no? Es fácil que las sirenas se duerman con sus propios cantos. Pero yo no voy a dejarte. Yo te señalo el camino. Yo hago que no lo pierdas de vista. Sólo eso. Y eso lo es todo. Pero hay una cosa, un pequeño detalle, ya lo sabes, es el único precio, y no lo pones tú y no lo pongo yo: Ya estaba escrito así. Es así como funciona. Estoy aquí. A distancia.





IX

Tengo una pregunta para ti. ¿Estás ahí? ¿Estás atento? ¿Estás abierto de orejas? ¿Tienes el pecho poroso? No tengo prisa en que me respondas; pero dime, ¿qué vas a hacer para ganarme? ¿Qué vas a hacer para asegurarte de que yo esté al otro lado de la meta? ¿Qué piensas hacer? Porque siempre hay alguien que pueda ser más rápido que tú. O más astuto. O más luminoso. ¿No soy un incentivo suficientemente goloso para ti? ¿Piensas insultar mi belleza? ¿Cómo sé que me mereces? Porque, ¿de verdad crees que me mereces? ¿De verdad lo crees? ¿Por qué te veo tan quieto? ¿Acaso tienes miedo? ¿Acaso crees que eres poca cosa? ¿Eres poca cosa? ¿Eh? No me merezco menos. No me merezco menos. ¿Estás sudando? Yo no te veo sudando. Estás cómodo, ¿verdad? Estás confortable. No te preocupes, el premio será para quien tenga que serlo. Tal vez las cosas se vean bien desde la fila del fondo, así puedes tener bien una imagen general, ¿no? Una imagen tranquila, serena. No hace falta pringarse, ¿no? No todo el mundo tiene porqué enfangarse. También tiene que haber público. También tiene que haber gente que se contente con, gente a la que ya le sea suficiente, que no pida más, gente que ya se quede tranquila siendo, sencillamente, llanamente, espectador. Un simple espectador. Porque no me quieres, ¿verdad? De verdad no me quieres. ¿De verdad no me quieres? ¿Pues a qué esperas? Yo no te veo sudando. Aquí estoy. No pienso moverme. Los hay que ya corren. Aquí estoy. Sólo tienes que levantarte. Había pensado que tú tal vez... ¿Tú tal vez? Aquí estoy. Ya lo sabes. Te va a gustar. Te puedo hacer muy feliz. Te voy a hacer muy feliz. Sólo tienes que intentarlo. Sólo tienes que intentarlo un poco. Yo confío en ti. Más que nadie. Yo no doy segundas oportunidades. Aún puedes un poco más. Un poco más. Aún puedes. Estoy aquí. Aquí estoy. Sí. ¿Sí? ¿Estás ahí?












Los fotones salen de esta web.







1 comentario:

Marina Raurell dijo...

Muy peligrosa esta mujer, no? Egoísta, exagerada, opresora... ¡Quina por! Quita, quita. Si algún día me enamoro de un tio así espero que mis amigos me digan que estoy haciendo el imbécil, porque dudo que yo me de cuenta.

Mi favorito es el IV, de principio a fin.