Unas cuantas obviedades
"El cantautor vendrá este verano a actuar por Europa: conciertos acústicos, sólo él y su guitarra. Hay magia en ese formato, así que ninguna queja. Lo llamativo es que el artista cruzará el Atlántico con un séquito de 15 personas. De ellas, calculemos que cuatro trabajan directamente en los recitales; cabe imaginar que el resto viene de paquete, para divertir al cantante y hacer turismo a su cuenta.
Vale, no exactamente "a su cuenta": los promotores -los espectadores, finalmente- de sus conciertos pagarán sus viajes, alojamientos y estancias. Este autor ha firmado canciones ecológicas, incluyendo un bellísimo himno al Planeta Azul, pero no le importa multiplicar por tres la huella de carbono -el CO2 emitido- de su recorrido europeo.
¿Han escuchado a cantantes arremetiendo contra el cambio climático? Existen testimonios grabados, como Live earth (Warner), dos DVD y un CD que contienen actuaciones celebradas el 07-07-07. Muchos lucen poseídos por la ira de los justos, como pecadores recién convertidos en predicadores. Sólo que su "formación bíblica" parece limitarse a un visionado del documental de Al Gore.
Resulta enternecedora esa esperanza de que nuestros cantantes nos proporcionen pistas para resolver los grandes problemas del presente. No hay seres más despistados e ignorantes de la realidad que los triunfadores. De principio, se aíslan del resto de los humanos: se relacionan entre ellos mismos y, para el día a día, prefieren rodearse de lacayos. Su visión del mundo es tremendamente limitada: a veces, leen un periódico; generalmente, reciben sus noticias masticadas, vía televisión o Internet. En un altísimo porcentaje, ni siguen el devenir de la música en la que se desenvuelven. Tienden al egocentrismo y rechazan asimilar información que no apoye sus ideas preconcebidas. Y sin embargo, confiamos en que ellos aporten soluciones a cuestiones ajenas a su oficio.
Y mienten, mienten con infantil descaro, despreciando el detalle de que puedes acudir a otras fuentes. ¿Un ejemplo? Nunca jamás un cantante dará una cifra correcta cuando le preguntan por las ventas de un disco suyo: siempre lo inflará. La práctica es tan generalizada que la patronal de las disqueras, Promusicae, esconde esos datos para no dejar en evidencia a sus empleados de lujo.
Obviamente, todo eso no impide que un cantante tenga la facultad de cristalizar el zeitgeist, de perfilar esperanzas y temores colectivos. Prerrogativa misteriosa, al alcance incluso de vocalistas incapaces de articular una frase inteligente. Hasta que en 1984, Bob Geldof abrió la etapa de las declaraciones musicales gremiales con Band Aid. Un mecanismo para recaudar dinero, movilizar multitudes y, es legítimo, autopromocionarse. Una fórmula que viene degenerando. Ya no se necesitan canciones que iluminen: basta con que "comuniquen". Para llegar al máximo público posible, usan el mínimo común denominador.
Se acumulan los nombres famosos, cantando o simplemente figurando. Gente simpática, a la que igual queremos, haciendo cucamonas y felices de haberse conocido bajo la lámpara del Poder. Épica del progresismo bajo en calorías, de la complicidad tontorrona, del pragmatismo D'Hondt: si alguna vez simpatizaron por partidos minoritarios, hoy prefieren los que tienen potencial para ganar las elecciones.
Recordemos Yes we can, donde Will.I.Am, de Black Eyed Peas, encaja un parlamento de Obama con una base rítmica pedestre. La "canción" resultante es una (pobre) excusa para un clip donde desfilan ruiseñores, actores, deportistas, supermodelos y todo famosillo que se puso a tiro de cámara. Reducido a spot televisivo, habría funcionado como publicidad ingeniosa; con su cuatro minutos y medio, resulta anonadante en su vacuidad.
El vídeo revela involuntariamente la degradación general de creatividad. Hasta en el título: Yes we can remite automáticamente hacia Yes we can can (1970), vibrante canción de Allen Toussaint que habla del potencial de los humanos en comunidad, del respeto a las mujeres, del cuidado de los niños. Simplezas, sí, pero que pueden conmover, con la garganta adecuada. Eso es arte; lo otro, propaganda para convencidos."
Diego Manrique. El País, 17/03/2008
Ilustraciones de Banksy.
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