La edad del sol




Estábamos haciendo una obra de teatro Nausicaa Bonnin y un servidor, en el Espai Brossa. Era un Rusiñol, y lo dirigía Francesc Nel.lo, un sabio del old skool Condal. La tercera en el reparto era Teresa Cunillé, una mujer con más tablas que el almacén del Ikea del Hospitalet.

En esto que apareció en el ensayo un señor muy bajito y muy elevado que quería que hicieramos un cameo en su próxima película.

Este señor no era nada más y nada menos que Nunes, histórico director de la escuela de Barcelona. Su obra más destacada es, dicen, "Noche de vino tinto".

No tenemos ninguno de nuestra generación ni idea de qué era la Escuela de Barcelona, yo el primero. Se entiende que en los sesenta hubo una generación de directores afincados en esta ciudad de palomas y trileros que hicieron historia. Nunes era uno de ellos. Casi nadie lo sabe. Eso sí, podemos dedicar horas y más horas en discutir sobre por qué Virginia ha derrotado a Chipper. Así nos va.

Nunes se extendió en hablarnos de su proyecto: Una película sobre la soledad. (no confundir con la Goyizada "La Soledad" de Jaime Rosales).

"Un día iba por la calle pensando en mis cosas y me cegó la luz del sol. En ese momento me di cuenta de que la soledad era la edad del sol. Y que debía explicarlo."

Con una premisa como esta estaba claro que era obligado participar en cualquier cosa que nos propusiera este señor.



El rodaje no nos defraudó. He trabajado con muchos directores. No he visto a nadie tan expansivamente apasionado por conseguir crear magia en ese momento que hay entre acción y corten como Nunes.

Y ahora la película lleva nueve semanas en cartel. Que, tal como están las cosas, es puramente un milagro. Como el triunfo de Virginia sobre Chipper, sin ir más lejos.

Si yo te digo "Da", y tu me dices "Di"



Nanni Moretti lo sabe: Tal vez la mejor manera de afrontar el caos sea dándose la calma suficiente para escucharlo.

Dicta Dura

El orgullo ha sido como un manto reversible de pinchos.

Seca.

Mudo.



Voz perezosa, enigma vanidoso.

Es hora de destapar el reloj.

El juego del escondite: Descubrámonos para no encontrarnos.



Te intuyo. Como un asesino en el desierto, en duermevela y embozado de hachís.

Prometo romper, en dias alternos, cada página del guión.

Solo los niños valientes se atreven a entrar en el castell misteriós.

Sonámbulo, me he despertado con una regadera en una mano y una lupa en la otra.

¿Qué le voy a hacer? Estoy aquí para descubrir especies nuevas.



Es muy fácil: Primero arranca una página, cualquier página. Luego cógela de un extremo y del otro con ambas manos. Ahora estira con fuerza.

¿Ves?










Fotografías de Stephen Bergman.

Me vendo



He abierto un nuevo blog sólo para promocionarme y toda esa mandanga.

No pienso actualizarlo mucho ni nada, solo sirve para esos momentos en los que te piden una foto y un currículum. Pues le paso la dirección del blog a quien le interese y arreando, que es gerundio.

Parafraseando a Bauman, "ellos son, simultáneamente, los promotores del producto y el producto que promueven. Son, al mismo tiempo, encargado de marketing y mercadería, vendedor ambulante y artículo en venta".

"Ellos", amigos y amigas Cacamoscas, somos todos. Más nos vale llevarlo con un poco de gracia.

Así que ya saben, si buscan un titiritero-ale-hop asómense por aquí. Soy bueno, bonito y barato.



Por cierto, Ishtimu was right: Este Zygmunt Bauman es la bomba. Muy recomendable.

El Brat Pack



Hubo un tiempo en el que, mientras que en Barcelona las responsabilidades y los afectos me iban obligando a dar el paso a la edad adulta, me quedaba un oasis de inmadurez irresponsable siempre que visitaba Madrid. Allí descubría el verdadero sentido de la palabra esperpento, acompañado de socios y socias en la empresa de sacarle la mayor tajada al jamón serrano, sin importarnos si era Navidul o Cinco Jotas.

Dos de esos socios eran Eloi Yebra y Críspulo Cabezas, amigos íntimos desde que hicieron Barrio, unidos más que por su oficio de actores por su amor obsesivo y entregado al Hip Hop y al Dancehall.

Cuando pienso en ellos pienso en síndrome de Diógenes, en palos de billar volando, en vecinos enfadados colándose por las ventanas, iguanas, Playstations, colchones incómodos, llamadas intempestivas, estrenos, famoseo, falta total de glamour... Risas, muchas risas. Y en unas cuantas cosas más que me reprimo más por pudor que por respeto.

Me he ido a dormir escuchando cantar a Eloy y a Pilo para despertarme de nuevo con su música. Y, finalmente, su tenacidad ha dado frutos.

El flow de Eloi ha madurado considerablemente desde que rimaba en Ha llegado el momento de contarte mi secreto, y el estilo jamaicano-aflamencado de Pilo ha tomado forma como una fresa jugosa, en su punto justo, y'all. La ecuación ha necesitado otro entero, La Meka 55 a las bases, para que el número salga redondo.

Yo veo estos videos y de golpe me parece que estoy en un autocar, de camino a Madrid, dispuesto a hacer unos cuantos castings y a pasarme unas cuantas noches entregado al delirio adolescente.

Lo cual puede que haga mañana de nuevo. O pasado.











(el dibujo es del maestro Alfredo Pons, pero eso es otra historia)

Copiar y mentir




Me encanta despojarme.

Quitar capas de la madera que he robado del tiesto hasta que tengo las uñas negras.

Cuando hubo silencio en el bar, mi prima lo comprendió todo. Por suerte no llevaba el móvil encima y no vino nadie más.

Quiero vivir en una sauna que escupa mis toxinas constantemente. Y pegarme duchas de agua fria cada diez minutos para que mis poros de vuelvan musculosos como los actores de un peplum.

En el desagüe de Las Ramblas, A. hace proselitismo del valor de la mentira y la copia.

A. es un escéptico, seguramente en el fondo por romanticismo. Pero en algo me convence.

Copiar y mentir es una gran manera de despojarte de ti mismo.