A raíz de polémicas como esta, aparecen voces que defienden que el cine o el teatro no debe subvencionarse. Y si ya estaban antes, esas voces aprovechan para volver a la carga.
No es nada nuevo.
Es una tendencia que ya hemos oído en otras ocasiones. Lo gracioso del caso es escuchar a gente en cuya trayectoria no aparece ni tan sólo un único trabajo que no haya sido subvencionado de alguna manera por una institución pública decir que "no debería haber ayudas de ningún tipo". Es como un funcionario de Hacienda quejándose de "esa panda de chupopteros del cine".
A veces hay que recordar lo obvio: La cultura no tiene una finalidad unicamente comercial. No puede auto-abastecerse de la misma manera que lo hacen otras industrias. Aplicar las leyes de mercado y sólo las leyes de mercado en algo que, por muy poético que suene, no deja de ser "comida para el alma" es un error de base. El Gobierno de España ayuda a los ganaderos, ¿exime eso de pagar impuestos a los vegetarianos?
A mí Hacienda me sangra a poco que puede. Y con esa pasta pago al ejercito, a los miembros y miembras del Congreso, a la Casa Real, a la policía y a los secretas disfrazados de góticos que acompañan a las hijas del presidente. Cap problema.
Necesitamos gente que recoja nuestras basuras, y con el dinero de todos lo financiamos.
También necesitamos películas y obras de teatro que muestren quienes somos y dónde vivimos. Que muestren, como decía Truffaut, "lo que somos, lo que queremos ser y lo que tenemos miedo de ser". Son los sueños de un pueblo los que se muestran en sus escenarios, si le quitas al pueblo su capacidad de soñar acabas con él. Puede sonar demagógico pero es lo que n'hi ha. Todas las grandes "patrias" lo saben y lo ejercen, hay tres armas para mantener la hegemonía de un pueblo: Militar, política y cultural.
Si dejamos ese cometido de soñar exclusivamente en manos del capital privado vamos más listos que los pulmones de Eugenio. Preparémonos para no ver más que "Hoy no me puedo levantar" y similares. Por supuesto, olvidémonos de obracas como URTAIN, que arrastra pérdidas de 20 millones de pesetas a pesar de ser considerada por muchos la mejor función en muchos años.
Vale, pero dejar la cultura en manos de los políticos también es peliagudo. Ellos tampoco son mancos, y en todo caso tienen truco. Y luego nosotros, los que hacemos películas y demás, los titiriteros(y a mucha honra), somos unos caóticos y unos piezas también.
El otro día un teatrero con más o menos predicamiento institucional me confesaba lo que iba a cobrar por labores de dirección escénica en un teatro público. La verdad es que era un muy buen sueldo. Él defendía que debían saberse los números públicos, y predicaba con el ejemplo. Yo le argumentaba que si salían a la luz los sueldos de los dirigentes de teatros e instituciones culturales varias, en un país tan poco respetuoso con la cultura como es España(y, en otros temas poco puedo decir, pero en lo que concierne al desprecio por la cultura Catalunya ES España), era como soltar la liebre para que indocumentados como este pudieran hacer sangre con nuestro gremio y acabar de destrozarnos vivos. La cultura está siempre en la UCI, no necesita un leve resfriado.
El susodicho teatrero me respondía que, si no queremos que se nos echen encima, si pretendemos que nos respeten y nos valoren, lo primero que debíamos hacer era explicarle a la gente cuál era nuestro cometido. "El que paga no debe dar ni pedir explicaciones, las debe dar el que cobra".
En cierta medida algo comparto de su discurso. En este momento que vivimos, de Millets, de Costas, de crisis y demás, es más necesario que nunca que le expliquemos a la gente, al público, por qué nos necesita, que seamos lo más transparentes posibles y que más que dedicarnos a decirnos lo buenos que somos y lo mucho que nos queremos, o a tener pataletas porque no nos toca una parte del pastel lo suficientemente grande, nos esforcemos en poner al público de nuestro lado.
Que nos entienda.
Que se fíe de nosotros.
Y, sobre todo, que sepa por qué nos necesita.
Porque, no lo duden, nos necesita.
Demanda de lo que tenemos que ofrecerle siempre va a haber. Pero, por varias razones que tal vez vengan al caso pero que dejo para otro momento, van a haber muchas voces que le quieran convencer de lo contrario.
Invito a los Cacamoscas que entiendan inglés a ver este vídeo. Es un extracto de la ceremonia de los Oscar de 1980. No es casual que pertenezca al final de la última época dorada de Hollywood. En él, Jane Fonda presenta el premio al mejor actor protagonista. En vez de bañarse en la auto-complacencia típica de este tipo de ceremonias, se da un tiempo para explicar brevemente la trayectoria profesional de cada nominado de una manera que yo no había visto antes: Explica por qué una cultura necesita un Jack Lemmon, un Pacino, un Dustin Hoffman. Lo explica convincente e inteligentemente. No toma al público por idiota pero le dice algo así como:
"Hey. Estamos aquí. Tenemos un cometido. Ustedes se benefician de él. Sean exigentes con nosotros. Les queremos."
Como es un tema que me da inmensa pereza, pongo estos cuadros preciosos de Ben Shahn para amenizar la cosa.
Nos necesitais
de la especie de
Cine,
Ilustración y Comic,
Pereza,
teatro
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