De Ajmer a Udaipur, acordandome de P.




"La chica belga desapareció al bajar del autocar en Ajmer, bajo la lluvia, en la oscuridad, rodeados del ruido de coches, bocinas, sombras aquí y allá, movimiento y ruidos apretándose entre sí. La vi meterse en su autocar, no sin cierto temor, sola, pequeña y tan desubicada como yo. Y así, ella también, desapareció.

Al poco vino a buscarme un motocarro conducido por acaso otro indio deshidratado y con bigote. "This (y le señalé el motocarro) to Udaipur?" "No. This to other bus station."

Se necesita hacer un verdadero acto de fe para subirse a ese motocarro y esperar llegar a tu destino, no solo porque no hay ningún distintivo oficial aparte de los gritos y monosílabos con los que te aturden más caras y voces de los que puedes contar, sino por el tráfico de pesadilla infernal.

Creo que comprendo la razón por la que no hay accidentes constantemente: La escasa velocidad de sus motores. No quiero ni imaginarme que podria suceder si dispusieran de más caballos de potencia.

Otro apunte curioso de su manera de conducir es que, aunque aprieten la bocina como el que respira hondo, aunque estén constantemente esquivándose los unos a los otros, no parecen agresivos. O al menos no tanto como lo somos nosotros, nosotros, en cuanto nos ponemos al volante.

En el motocarro, entre una trinchera y otra, me sentí lleno.

(...)

Mi asiento (en el autocar) parecía estar debajo de una cascada y tuve que cambiarme. (...) Hasta que no se durmieron los indios que se sentaban cerca mío no dejaron de explicarme como podían la historia de Udaipur, y de glosarme las ventajas de la monogamia hindú: "Una mujer, un hombre. Un hombre, una mujer. No diseases. Foreigners, diferent." Me lo decía un afable y entusiasta hombre, algo más redondeado de lo normal, que iba a Udaipur a buscar trabajo. Parecía un buen tipo, me supo mal mentirle cuando me preguntó por mi procedencia y mi trabajo.

Cuando por fin quedamos en silencio pude disfrutar de mi soledad. Me acordé de P. y sentí que le comprendía, a él, a su estilo de vida nómada y a sus silencios.

Me sentí feliz, más fuerte. Capaz. Estaba aprehendiendo algo.

Debo decir que incluso tuve cierto subidón.

Paramos unos minutos. Ya no llovía tanto y, de un autobús vecino, sonaban viejos temas de Bollywood, melosos, curvos, melancólicos. Detrás mio, algún compañero de autocar tarareaba acompañando la melodía."



2 comentarios:

Anónimo dijo...

gràcies una vegada + :)

un petonas*

Anónimo dijo...

EL PAU HA TORNATTTTTTTTTTTTTTTTTTTTTTTTTTTTTTTTT!!!!!! :)