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Peceras de agua cristalina y sucia.

“Mi padre no era un hombre de verdad.



Era un gran, famoso, prestigioso, querido, admirado, venerado, vanagloriado, actor de palabra. Cuando pienso en él, excepcionalmente, siento en los pelos de mi nariz ecos de madera recia, y se me aparecen ante mi dos peceras de agua cristalina y sucia, con peces rojos, hinchados.

Cuando pienso en él, excepcionalmente, escucho el olor estancado del barro negro aferrándose con los dientes apretados a sus pulmones; y creo que tengo miedo.

Veo, borrosa, la platea acariciándole con aplausos. Con lágrimas. Mi padre se bebe sus lágrimas y se empacha y tiene más y más sed, porque todo el mundo sabe que las lágrimas son como el agua del mar, que dan más sed, y supongo que es por eso que apostaría los dos átomos de vida que me quedan a que siempre que volvía a casa, mi padre, desprendía una sofocante peste a vino agrio.

Sobre el escenario, el gran actor de palabra se sostenía sobre dos troncos gruesos, recios, salvajes. En casa, sobre dos alfileres chamuscados.

Golpes y libros. De eso sí que me acuerdo.



Teníamos un vecino, creo, no sé, teníamos un vecino también con barro negro en los pulmones. Los libros, encadenados en cuero. Un vecino, creo que teníamos, con dos peceras también, turbias las suyas. Él también acariciaba a mi padre, pero lo hacía con golpes. Los dos bebían vino agrio juntos y, un día este vecino, si es que llegó a existir alguna vez, marcó los nudillos de sus puños a hierro ardiendo sobre las costillas de ceniza de mi padre.

Lógicamente, para vengarse de los golpes del vecino mi padre volvió a casa para golpearme a mi.

Una y otra vez.

¿Donde estaba mi madre? Yo no sé si nunca llegué a conocer el olor de mi madre. (pausa) Los libros, empachados de páginas. Mi padre ya me había golpeado otras veces, creo que era, de hecho, una ancestral tradición familiar, y siempre es importante hacer un esfuerzo en mantener las tradiciones.

Pero aquella vez...

De los golpes sí que me acuerdo.



Decidí vengarle, defenderle, creo que deseaba ser el héroe que él me había enseñado a ser, cuando estaba sobre el escenario. Así que, y tal vez esto tan sólo lo soñé, creo recordar que cogí el viejo trabuco que el padre de mi padre guardaba de la guerra, que estaba dentro de una caja escondido en un rincón sobre un armario carcomido en el altillo, si es que teníamos altillo, y subí con el trabuco al tejado y esperé a que asomara su pelo grasiento el vecino de peceras turbias.

Y cuando le vi apunté a su corazón.

Le hice una caricia suave al gatillo, este tuvo un orgasmo de pólvora y la bala sólo rozó el dedo meñique de su pie izquierdo.



No sé si el vecino llegó a verme o no sobre el tejado, si es que llegó a existir alguna vez. Pero, por si acaso, se vengó marcando de nuevo sus nudillos sobre las costillas de mi padre. Yo me escondí bajo las sábanas y las mantas, las tradiciones ancestrales familiares me hacían ir siempre a dormir temblando, pero aquella noche sentía que el cielo mismo podía caerme encima. Las páginas, empachadas de palabras. Mi padre entró rápidamente en mi cuarto después de la nueva paliza del vecino, creo, y no dejó de golpearme hasta desmayarse del cansancio. Cogió toda la biblioteca, en casa nos enorgullecíamos de ser hombres muy leídos, y la descargó completa sobre mi cuerpo arrugado.

Uno a uno.

La sabiduría completa de la civilización occidental sobre mis espaldas. Las palabras, empachadas de tinta. Tal vez por eso yo sea tan distinguidamente culto.

Sí, de los golpes sí que me acuerdo.”

Amb el menjar no s'hi juga.

"Els somnis tenen aquestes coses, ens parlen de les ombres que volen per l’aire i que els nostres ulls no tenen prou força per veure. Només hem de saber escoltar els somnis. Si sabem escoltar els somnis deixarem de patir, estimat Jack. Volem deixar de patir, oi, Jack? En el fons és l’única cosa que volem."

Els clatells ben pelats.



“Mi padre era un buen hombre.

Era peluquero militar.

“Clatells pelats” –decía siempre él. “Els clatells ben pelats”. “A un home s’el pot mesurar per com té de rasurat el clatell”.

Él, en cambio nunca tenía la nuca rasurada del todo. Siempre tenía un poco de pelusilla brotándole cómo hierbajos salvajes. Era un buen atleta.

Boxeaba.

Bueno. No. Era un patán como deportista, un boxeador horroroso. Pero sus contrincantes siempre se dejaban ganar porque les caía muy simpático. Y porque mi padre sabía que era un patán y no se arriesgaba demasiado, también.

Un buen hombre. El mejor peluquero de todo el ejército. Sabía todo lo que hay que saber de un hombre sólo con mirarle la nuca. Cuando yo volvía de la escuela lo primero que hacía era palparme el cráneo y sabía si me había portado bien o mal y si tenía que castigarme o no. Te juro que no sé cómo lo hacía, pero siempre acertaba. Era rápido. Era un peluquero muy rápido. Era capaz de pelar medio centenar de reclutas antes del primer mordisco del desayuno. Y ni una gota de sangre.

Nunca hería a nadie.

Y no es porque fuera buen peluquero, que lo era, y mucho, es que él era muy buena persona. Se escondía para que no le vieran, y lloraba como un infante, si desatinaba con la tijera y del roce con la piel podía abrir una herida que dejase brotar la mitad de media gota de sangre. Por eso le gustaba tanto beber, porque era un hombre muy sensible.

Cómo lloraba mucho tenía que beber mucho.

Y antes de beber agua, como era bueno pero no era tonto, pues prefería beber vino. Cuando llegaba por la noche a casa estaba rojo, sudaba tinto, y dejaba tras él un camino de pelos cortos y pequeños como hormiguitas en fila india. Nos tocaba el cráneo a todos, creo recordar que éramos seis hermanos, pero sólo me castigaba a mi.

Seguramente yo era el más pequeño.

Eso sí, y de eso sí que me acuerdo, por la noche, cuando todos los demás estaban durmiendo, se sentaba al lado de mi cama y me contaba un cuento.

Era un gran narrador.

No. Como narrador era un patán, era imposible entender dos frases seguidas de lo que decía. Pero, contando historias, era simpático.

A su alrededor revoloteaban cachitos de pelo minúsculos como mosquitas de basura, y desprendía un olor a vino tan fuerte que yo me emborrachaba tan sólo de respirar.

Tal vez por eso me dormía tan feliz cuando era un niño.

Porque, sí, de eso sí que me acuerdo.”

Inevitable.


Era inevitable volver a esto del blog.

Si alguien se pregunta qué me ha apartado de actualizar este espacio de onanismo compartido desde julio le ofrezco el siguiente video como respuesta.



El caso es que ya estoy aquí de nuevo. Ya he vuelto.

En los próximos días esperen actualizaciones, textos inéditos y bifurcaciones varias.

Y, por supuesto, se admiten sugerencias. ¿Desean los señores algo en especial?

A la Prinzipal.






Al final, la Béré i el Simó ho han deixat.

Potser angoixat per la ruptura, sembla que ell no surt de casa ni per anar a comprar, ja que contracta un veí indi per què ho faci per ell, en Shahrukh.

En canvi, ella aprofita la seva recuperada independència per sortir al mon, viatjar i experimentar amb amants d’amdòs sexes. Tot i això, troba temps per visitar al Simó de tant en tant, preocupada pel seu aïllament.

Els dos personatges intenten mantenir un relació més enllà de la seva fracassada història d’amor, una pretensió potser contra-natura. O potser no.




"Sé de un lugar"

Hocico con hocico



Cinco de agosto, 2008. Primera (¿y última?) lectura de "Desayuna Conmigo".

Leyeron: Anna Alarcón, Andrés Herrera, Xavi Saez, Cristina Gamiz, Alba Garcia, Manel Martínez y un servidor.

Escucharon: Irene Puig-Sedó, Pancho G.Matienzo y Amanda Villavieja. Y mi vecino Ángel.











Que quede constancia.

PRODUCCIONES PRISAMATA se estrena

Armand Rovira y yo trabajamos juntos en esta verdadera demencia que era LA PESTE NEGRA hace unos cuantos años.



Entonces decidimos crear nuestra propia productora: PRODUCCIONES PRISAMATA.

Con mucha calma, como su propio nombre indica. Nuestra intención es tener una plataforma desde la cual poder crear nuestros propios proyectos o colaborar con otras empresas en historias que nos motiven. Osea, ser un poco más independientes a la hora de generar movidas.

Y ahora podemos decir con orgullo que se estrena nuestra primera producción:

El videoclip de THE MAGNETIC BAND "Living down the Darwin Theory", dirigido por el inefable Armand y con mi nombre generosamente incluido en los créditos como productor ejecutivo.

Por lo pronton, echadle un vistazo a esta pequeña maravilla.









Ah! Y aceptamos encargos!