Mostrando entradas con la etiqueta El mimo de las Ramblas a las 4 de la mañana. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta El mimo de las Ramblas a las 4 de la mañana. Mostrar todas las entradas

El puto centro del mundo





Estoy embarazada. (pausa) El aborto, la clínica, los doctores, conseguir el dinero, las peleas, Nico intentando convencerme, yo no sabiendo qué hacer, yo queriendo, yo no queriendo, que no era el momento, que no era el momento para él pero tampoco era el momento para los dos, y la operación, y que yo no sé si estoy preparada para esto, para esto así, y la culpabilidad, y no decírselo a mi madre, y la soledad, y las charlas de noches enteras, y los abrazos, y odiarle, y odiarme, y amarle también, pero odiarle, y todo eso, digo, osea, todo eso, toda esa… Todo eso ha existido. (pausa) Pero como si no, osea… no ha servido. No ha servido porque sigo embarazada. Estoy embarazada. En mi antiguo instituto, en los pasillos, ahora vivo aquí, esta es mi casa ahora. Y tengo un colchón viejo, donde duermo. Me aseo en los baños, cocino en el aula de física y química… Estoy bien. Es un buen lugar, sí, limpio. Me siento bien. Y hace mucho que no veo a Nico. Ya ni me acordaba de él. Pero estoy embarazada, aún. (pausa) Yo no voy a clase, pero todos mis antiguos compañeros, que no han crecido, y seguramente yo tampoco he crecido, pues, y los profesores, los profesores también, digo, pues que me miran, que me sonríen. Aunque no hablen, no me hablen, porque no tienen… tienen que ir a clase, tienen que hacer cosas, ¿no?, pero me miran, me sonríen, yo estoy bien, porque son mis amigos, son… Yo lo único que hago es pasar el tiempo aquí estirada, ¿vale?, en este colchón viejo, creo. Aquí leo, aquí pienso, aquí… (pausa) Mi barriga crece. La veo. Crece, crece delante mio. Crece, y crece, como si alguien la soplara. Y crece más. Se hincha. Es enorme. Así… Y ahora, ahora no rompo aguas, no me duele ni nada, no, bueno, osea… Es más bien… Mas bien es como si, bueno, no me estoy tocando pero es como… Es como si me estuviera masturbando, me da… me… Me, me, me, me empiezo a sentir caliente, un poco caliente. Bastante, no sé. Y abro las piernas. Se me están abriendo solas. Se me… Y paro. Osea, no es que pare. No es que me pare… Es que (pausa) paro. Y a medida que paro, que estoy pariendo, a medida que un… un nuevo… Un nuevo ser sale ahora, está saliendo de mi vagina, de mi coño, de… Me estoy poniendo más cachonda. Y observo, miro, frente a mí, miro, miro como mi bebé sale, sale solo, no hay nadie más, no hay comadrona ni médicos ni nada, ni los profes, ni… Sale… como tiene que salir. Osea, ya no estamos en el instituto, estamos en, estamos en una especie de cueva, o un lugar húmedo, con canales, como Venecia, piedras húmedas, es de noche, agua, viento, pero frío no, no, no frío, para nada frio. Y veo como va saliendo, sola, de mi, como va saliendo una mujer, porque no es un bebé. Y no me duele, no me… Es una mujer. Flaca. Piel clara. Frágil. Pecas. Pechos pequeños. Fibrada. Como yo. Porque soy yo. Quiero decir… Es igual que yo. Tiene algunos rasgos… Esto es curioso. Tiene algunos rasgos que podrían parecer de mi madre. Pero no, soy yo. Soy yo… empapada (pausa) en placenta. Un poco más vieja, tal vez, no sé. Sí, un poco más vieja. Y ya ha salido. Ya ha salido yo de yo. Y me mira, me miro, y miro su mano, y claro, me doy cuenta de cómo me está masturbando, quiero decir, que si llevo un buen rato, una eternidad, vaya… ¿no? Es porque ella me está masturbando, me está tocando, y observo como me toca. Me gusta ver como su mano me toca, acaricia mis labios vaginales. Y mientras miro su mano, siento como si me apretaran, como… y me doy cuenta de que sí, de que me está ahogando. Con una mano me toca aquí, pero con la otra me… me aprieta fuerte… me, me estrangula. Sí, ¿vale? Pero no importa. Eso no importa. Porque ella soy yo. Y puede hacer lo que quiera. Y le sonrío. Mientras me estrangulo me sonrío. Tan solo… Claro. No había pensado en esto. Pero… No puedo… Y me… No… Intento seguir sonrien… Y mirar… Pero… (pausa larga, se ahoga cada vez más) Y entonces me despierto. (pausa larga) Suspiro. (pausa) Y respiro fuerte. (pausa) Y al mirar abajo, descubro, entre mis piernas, que alguien me está comiendo. Estoy desnuda. En una cama de una casa que creo que no conozco. Y alguien me está comiendo. (pausa larga) Esteban. Ayer por la noche, o hace unas horas, no sé. Esteban me dice “Buenos días, niña” y sigue… Ayer, cuando salí de casa de, del mimo, me, me lo encontré. Bueno, me lo encontré. Lleva, lleva todo el montaje. Desde el primer, el primer dia de ensayos, lleva, lleva buscándome. Me, me envía, me enviaba mensajes, me llamaba por teléfono, miraditas, guiños, indirectas… Y sí, en otro, en otro momento, ¿no? Me está mordiendo ahora. En otro momento hubiera, tal vez, tal vez, no sé, hubiera aceptado, ¿no? Pero ahora, para nada, me muerde, para nada. Puse una barrera… Pero bueno. Hay gente que no… Inasequible. Con una mano estira mi vientre hacia arriba, dejando, inasequible al desaliento, dejando salir mi clítoris, y me da, me da golpecitos con la punta de la lengua en el, en el… Estoy sudada… He salido… ¿Cuánto hace que no me ducho? Desde ayer, desde ayer por la mañana, o antesdeayer por la noche. Seguro que, seguro que me apesta. Seguro que… Sería mejor apagar la luz. Pero, no hay luz, encendida digo. Seguro que me apesta. ¿No le da…? Ya es de dia. La luz entra de la ventana. Ha dejado de llover. ¿No le da asco? Se pueden oír gaviotas, afuera. Mejor no pienso. Pero mejor si no hubiera luz. Lo mejor, lo mejor, no pensar. En estos casos, digo. No quiero ni escuchar mi cabeza más. Ya más. Nunca más. Se puede oir como agua, como una fuente, como una fuente de agua que viene por la ventana. Demasiada luz. Cierro los ojos. (pausa) Ese es mi destino: Soy la musa-premio. ¿Sabes qué es lo que tendría que hacer? Tendría que hacer… Tendría que hacer una serie de fotos sexuales. ¿Vuelvo al instituto? Fotos reales. Reales pero no porno. Me agarro al colchón, al viejo colchón. Osea. No porno, no. Fotos sexuales a lo Alberto García Alix. Eso. Reales. Entre grotescas, y bellas, y… Entre grotescas, y bellas, y sucias, y carnales. Eso es lo que tengo que hacer. Una serie de fotos a lo Alberto García Alix. Sí, sí, sí, sí. Los profesores pasan, pasan de camino a sus clases, y me miran. Miran como Esteban no para de comerme. Fotos. Fotos de sexo real. Sin fantasía. Sin… Sin… Abro los ojos. Estoy aquí. Estoy en la cama, en casa de Esteban. Esto no es un sueño. Y yo, yo, yo nunca, nunca, nunca me enamoraría de alguien, de alguien como tú. Creo. Nos quedan tres semanas y no quiero montaña, montaña rusa, ¿vale? No quiero imaginarme como me voy de vacaciones contigo. No quiero imaginarme como me llevas a cenar. No quiero imaginarme como cocino mientras te veo estirarte en tu sofá mirándome como cocino mientras te estiras en tu sofá. Sexo real. Fotos de sexo real. Esto es real. Esto es, esto es, incuestionable. Incuestionablemente real. Y ahí reside su belleza. Esa es su belleza. (pausa) Es esa. No lo olvides. No lo olvides nunca, ¿vale? (pausa) Tengo que recordar esta emoción. Memoria emocional. Me vendrá bien… Me vendra… Bien. Bien para… Para la función. Esta noche. (pausa larga) Me vendrá bien. Para la función. De esta noche. (pausa) Tengo un orgasmo.


Vencedor



Desde que teneis catorce años que lo llevais viendo. Siempre de madrugada, en las noches más delirantes, rara era la vez que no os lo encontrabais. El mimo de Las Ramblas. Haciendo su número. Siempre el mismo número: Una especie de moonwalk a lo Michael Jackson, el clásico rollo de palpar la pared ante él como si estuviera encerrado… Y como erais unos capullos, porque sabes que lo érais, y la pregunta sería si acaso habeis dejado de serlo; pues como erais unos capullos os dedicabais, toda la pandilla, a increparle y a reiros de él.

Era una tradición establecida ir a putear al mimo de Las Ramblas. Todo empezó el dia en que alguien, alguno de los colegas, le echó una moneda, un duro, cinco pesetas, y al considerar eso el mimo como un insulto, os la lanzó con mala hostia y empezó a insultaros. No sabía lo que estaba haciendo. No provoques a un grupo de adolescentes aburridos. Empezó el enfrentamiento. A partir de entonces siempre había una excusa, cuando la noche no tenía muchas expectativas, para ir a molestarle. No era difícil hacerlo. Con pararse a mirarle más de cinco minutos sin pagar el peaje era suficiente. El mimo se cabreaba y se cruzaba de brazos, mientras os miraba mosqueado. Álvaro disfrutaba con este reto. Luego, el mimo os insultaba o terminaba por irse, y alguna vez habíais llegado a seguirle para ver a donde iba.

Y pudisteis ganar alguna batalla, pero no la guerra, porque pronto os aburristeis de perder el tiempo así. Y cuando pasabais por su lado, en otra noche ociosa, ya no os molestabais en provocarle. La pandilla no tardaría mucho en romperse. Os hicisteis mayores. Fuisteis acumulando responsabilidades, éxitos o fracasos, cambiando de camino, de piel y de expectativas. Pero el mimo no. Él seguía con su rutina, inalterable, noche tras noche, en el mismo lugar, a las mismas horas, haciendo los mismos movimientos.

La última en que le viste actuar, hace poco menos de medio año, pensaste en todo esto, desordenadamente, como ahora, te diste cuenta de que hacía más de una década desde la primera vez que le viste, y que verdaderamente desde entonces no había cambiado nada, ni la ropa, ni los movimientos, ni su gesto impertérrito, y entonces lo supiste: El mimo de Las Ramblas os había vencido.

Me presento.


Me llamo Iván Morales.

Vivo en Barcelona.

Hago cine. Ese es mi oficio. Interpretar, escribir, dirigir...

Además, soy un Caca Mosca.

Estas circunstancias me han llevado hasta aquí.