Ella.



Hacía siete años que no volvía a la India.

Siete.

Eso no es normal. Pero no nos lo podíamos costear. Y cuando nos lo podíamos costear yo me tenía que quedar a trabajar. En el restaurante de mi tío. ¿Habéis estado? Una vez vino Harrison Ford. Tengo una foto. Y Pep Guardiola. Te lo juro. Siete años, decía. Si vais podéis decir que venís de mi parte, Shahrukh, mucho gusto. 10% de descuento. Siete años que no iba a la India.

La India. Es mi casa.

Yo siempre digo que tengo dos madres: La India y España. Ya sé, ya sé, España, Cataluña, no voy a entrar en eso. Está bien. Pero yo tengo dos madres. Y luego está la tercera madre, mi madre, la que me dio a luz. Yo quiero que mi madre esté bien, que sea feliz, que esté activa. Se lo merece, mi madre. Yo creo que hizo un buen trabajo. Creo. Por eso quiero que mi madre comparta cosas con la que sea mi mujer. Por eso siempre he pensado que necesitaba una mujer hindú, una mujer que entienda mi cultura. ¿No? Por eso y porque quiero un matrimonio...

...que dure.

¿Sabéis cuál es el primer paso a la hora de, cuando unos padres buscan pareja para su hijo o su hija, sabéis cuál es el primer paso que dan allí? Porque a lo mejor os pensáis que se hace así, y hay un sistema. Hay una organización.

Lo primero es mirar la carta astral. Del chico y de la chica. Y se comparan. El máximo son 33 puntos, pero si sacas 28 ya se considera que es suficiente. Pero menos de 28 puntos ya la boda no se hace. Se considera que con menos de 28 puntos esa pareja no va a funcionar. Y es por eso que hay pocos divorcios en la India. Sólo un 20% de los matrimonios se divorcian ahí, eso quiere decir que hay un 80% de matrimonios que duran toda la vida. Toda la vida.

Toda la vida.

Por eso duran los matrimonios en la India.

Por eso y porque vosotros os conocéis, os enamoráis, vais al teatro, a cenar, os vais de viaje juntos y al cabo de siete años os casáis. Y empezáis a tener vida de familia. Lo que no habéis hecho en siete años. Y entonces descubrís que no os entendéis. Y a los siete meses os separáis. Nosotros nos casamos, no sabemos mucho el uno del otro pero ya nos casamos, y entonces cuando nos conocemos de verdad y nos entendemos y nos apoyamos, para entonces ya han pasado siete años y tenemos cuatro hijos. ¿Que nos queda entonces? Vivir.

Entonces sólo nos queda vivir.

Y todo eso es lo que yo pienso cuando voy a la India. Porque yo vivo aquí, yo soy de aquí, y yo hago lo mismo que vosotros, si no lo mismo el 99% de lo que hacéis vosotros, y me gusta lo mismo que a vosotros. Y cuando llego a la India y me recoge mi primo y ya me entra ese olor tan fuerte, que es olor de casa, pero que también es un olor de agonía, joder, y de desconfianza. Porque para ellos yo soy como vosotros, y me tratan como a un primo, como si yo no me enterara de nada, y yo me hago el tonto porque sí, porque si así se divierten pues que se diviertan. Y me preguntan que qué hago yo aquí.

Que qué hago yo aquí cuando me levanto por las mañanas, y yo les digo: “Pues lo mismo que tú, tío. Me ducho y me lavo los dientes.” No te jode. Pero tú estás viendo una peli en la India en tu casa y no te enteras de como acaba, porque se apaga la luz en toda la calle así, o te caes o te pasa algo y vas al Hospital y de ahí no sales si no es con los pies por delante. Yo, si me pongo enfermo en mi casa, me muero. Por una gripe que aquí te estás ocho días en cama allí con suerte te queman en una pira en Varanasi. Por eso yo no quiero estar ahí. Y no quiero que mi madre esté ahí. Porque si la India funciona es gracias a Dios, gracias a Dios, no será gracias a los médicos, ni a los políticos, ni a la policía, ni a su puta madre. Será gracias a Dios. Somos un país puntero en tecnología, eh, puntero. Tenemos grandes ingenieros. Tenemos la bomba atómica.

Tenemos la bomba atómica.

Y la gente se muere de hambre.

Y aquí, de nosotros, solo veis pobreza. Pobreza y gente bailando y cantando. Pero los bancos en Suiza a petar con nuestro dinero. Y voy con mi primo a casa de la que quieren que sea mi mujer y yo no me atrevo ni a cruzar la calle, y mi primo se ríe de mi y me empuja para que pase y yo, coño, es que si no me atropellan es un milagro, y al lado veo que pasa un rickshaw, ¿sabéis lo que es un rickshaw? Una bicicleta llevada por un tipo que parece hecho de alambre, y detrás, sentados, dos gordos, pero dos gordos, y muriéndose de risa los gordacos, y el pobre conductor sufriendo como que se le van a salir los ojos de las cuencas. Y yo que voy a conocer a la que será mi mujer. Y sólo voy a tener dos o tres minutos para hablar con ella, para hablar con ella y decidir si quiero casarme y estar con ella el resto de mi vida. Toda mi vida.

Toda mi vida.

Toda mi vida.

Y me pregunto, ¿y si la foto engaña? ¿Y si la veo y es que no quiero ni acercarme? ¿Y si no le gusto yo? ¿Y si ella me gusta a mi pero me dice “Estoy enamorada de otro, por favor, diles que no me quieres”?

¿Y si me dice eso? Porque yo vivo aquí. A mi me gusta lo que os gusta a vosotros. Y entonces llegamos a la casa de la chica, porque allí hay casas, claro, no hay, ¿no? Y llegamos y me presentan a sus padres, y estamos en el salón, y yo estoy sudando, estoy sudando, porque hace siete años que no vengo a mi casa. Tengo veintiseis. En ese momento tenía veintiseis. Me queda el 75% de vida por vivir. El 75%. Y entonces entra ella, con una bandeja con pastas y un poco de chai caliente.

Entonces entra ella.

Entra ella.

Ella.



(ilustración de Nuri Téllez, el texto es de un servidor con la ayuda de Manoj Gautam)

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