Realidad y ficcion en Pushkar.





"Creo que recordaré esta ciudad por tocar al atardecer las tablas delante del Ghat sagrado, con unos cánticos religiosos al lado, veinte o treinta ratas rodeándonos y el frenesí del DUM-THAM-THAM en espiral concéntrica; y por Mukesh también.

(...)

Ya tenía los pantalones arremangados y las chanclas puestas. Metí los pies en el agua infecta que desbordaba la calle, como un bautismo humano, demasiado humano.

Sobre un carro llevado por un viejo escuálido, imagen nauseabunda pero también liberadora, porque veía el agua desbordando de la misma manera que mi libertad me estaba desbordando a mi, pensé en algo así como que la clave de la felicidad está en tomar las decisiones acertadas, como bien diría A.

Así llegué al Lake View Terrace. Pletórico.

Mas tarde me puse a pasear buscando un buen sitio desde el cual dibujar vacas, que es lo ultimo que hice.

Me sente en un chiringo donde un tipo gordo como una gota gorda de sudor banyaba harina en una piscina de aceite. Pronto se me acerco un ninyo con un nombre escrito a boli en el brazo, MUKESH. Uno de los numerosos ninyos que te persiguen con una especie de violin rudimentario colgado tras el brazo. Pedia comida y tal, ya sabes. No debia tener mas de 8 anyos, delgado, con la dentadura en un degrade caqui haciendo resaltar una sonrisa del tamanyo de un campo de futbol. Me puse a dibujarle. Y haciendolo me vi obligado a mirarle a los ojos.

Dibujando a Mukesh, este habia dejado de ser uno mas de esa horda que me atemoriza, o a la que prefiero ignorar, o a la que ni siquiera veo, que repiten su letania de "chapati, chapati, no money, money no good for children, no money, chapati..." Y a la que tu contestas con otra que suena tal que "namaste, no, thank you, no money, namaste"; son ninyos, pero te defiendes de ellos, del dolor que te crea ver estas infinitas encarnaciones de tus hijos y de ti mismo, que son una idea, un fantasma para mis pesadillas reales, un recargo abultado en la cuenta del primer mundo o de la vida en general.

Y, en ese momento, Mukesh era solo Mukesh. Puse su nombre bien grande. Y a cada trazo el sonreia al reconocerse. Le dibujaba la verruga de la nariz y el se la tocaba, comprobando ser el del dibujo. Y reia con los trazos de las orejas, y del pelo. Y me pedia con orgullo que dibujara su instrumento.

Y hoy cuando le he vuelto a ver me ha ensenyado el dibujo, doblado en su bolsillo. Luego, claro, me ha pedido "chapati, chapati..."."



(y 2)


"En mi ultimo paseo por Pushkar me encontre de nuevo con Mukesh, que alegremente hacia sus ultimas tentativas: Dinero, mi telefono, que no me marchara...

Nos dimos la mano con fuerza y luego se fue dando saltos.

Tal vez tenga razon Pasolini: Ir por la India es dejar un rastro de naufragos(y como te la ofrecen, a la que pueden no te sueltan!) esperando salir de un barco que se hunde por momentos."







(no acentos, no enyes, no money, no chapati)

2 comentarios:

adlibitum dijo...

Namaste.

Abans quan he vist només la foto m'ha intrigat això del dibuix i tal, espero que vagis deixant per aquí més vivencies i detallets d'aquest viatge, així des d'aquí podem descubrir també una mica aquest indret.

Vet aquí una altra raó de per a què serveix tenir un blog.

Molta sort i molt disfrute.
un petò

Anónimo dijo...

Ç € ñ ç L·L Ñ

un trosset del teu país per fer-te companyia per les índies!

una abraçada hombre descalzo