23-II-08, 23:05

Me mira y me sonríe sin mover la boca.

A veces tiene el aspecto de una difunta estrella del pop; otras de un báquico y excesivo cantante francés; de un cineasta iluminado, paternal y auto-suficiente; de un fotógrafo ex-heroinómano, de cuerpo enjuto vestido en tinta china; de actor ex-marine siempre desnudo; de ave Fénix con un ojo de cada color; de barbero almeriense árbitro de fútbol en los ratos libres.

A veces se parece a mí. Solo un poco.

A veces ni siquiera tiene cara ni cuerpo.

Pero me mira. Y sonríe sin mover la boca.



Está solo, aún cuando está rodeado de gente. Lo sabe y no le importa ya. Es un compromiso que tomó hace tiempo.

Se apoya en una baranda, en un puente, y mira al río, ahí abajo.

Me entiende, me acepta compasivo y admirado a la vez. No hace falta decir nada.

A su lado siento que todo irá bien. Pero no es condescendiente. Me avisa de los peligros de permitir que mis demonios salpiquen afuera. Me recuerda que el fuego quema, pero se debe mantener siempre viva la fragua si lo que uno busca es fundir el metal. Que en la frontera es donde nos alimentamos, pero la frontera castiga y uno debe protegerse. Que, sin elegancia, dejan de sostenerse todas las convicciones. Que no hay tacto como el de la seda, pero es frágil y pide suavidad. Que no nos podemos cautivar si no es de la magia. Que hay pozos secos que ninguna mirada ajena puede humedecer. Que nadie ha preparado un lugar para mí, y deberá crearse con mis propios pasos. Que un dia sin oración es un dia perdido. Y que siempre ha estado y estará a mi lado.

Él ya no se castiga ni se exige, pero no deja de trabajar. Es generoso y desecha las malas hierbas antes de lanzar sus semillas. Es presumido pero no le gusta engañar a nadie. Ama constantemente pero no se aferra a nada. Observa sus compulsiones pero siempre mantiene, como mínimo, un pie en la tierra. Se sabe uno más, pero eso no es coartada para nada. Su respuesta a la mediocridad es la ternura. Está preparado, hoy también, para perder el equilibrio una vez más si eso es lo que toca. Conoce el peso de las cosas, incluido el de la frivolidad.



Me apoyo en la baranda, imitándole, y miro abajo, al río.

El agua sonríe, también.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, encantada d'haver-te conegut!

;-)

Anónimo dijo...

el padre que para a Ivan buen paridor será.


parturienta del nieto de tu padre